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Llevar el mensaje de nuestro Señor con entusiasmo a través de internet , ya que hay que tener un fuego en el corazón por el Señor y vivir la fé.

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Radio María

martes, 6 de abril de 2010

Confesiones
San Agustín ; traducidas según la edición latina de la congregación de San Mauro, por el R. P. Fr. Eugenio Ceballos



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Índice
Confesiones

Presentación

Prólogo del traductor

Libro I

Confiesa San Agustín los vicios y pecados de su infancia y de su puericia, y da gracias a Dios por los beneficios que recibió de su mano en una y otra edad

Capítulo I

Reconociendo Agustín la grandeza y majestad de Dios se enciende en deseos de alabarle

Capítulo II

Que Dios está en el hombre y el hombre en Dios

Capítulo III

Cómo Dios está en todas partes

Capítulo IV

Que la majestad y perfección de Dios son inexplicables

Capítulo V

Pide Agustín a Dios perdón de sus pecados

Capítulo VI

Describe Agustín su infancia, y alaba la eternidad y providencia divina

Capítulo VII

Que aun la primera edad de la infancia no está libre de pecados

Capítulo VIII

Del modo con que aprendió a hablar, cuando llegó a la niñez

Capítulo IX

Del aborrecimiento que los muchachos tienen al estudio, amor al juego y temor al castigo

Capítulo X

Cómo por amor al juego no se aplicaba al estudio

Capítulo XI

Afligido con una enfermedad pide el Bautismo; pero habiéndose mejorado prontamente, se dilata el dárselo por consejo de su madre

Capítulo XII

Cómo le compelían y forzaban al estudio, y cómo Dios volvía en bienes sus males

Capítulo XIII

A qué estudio se aficionaba más

Capítulo XIV

Del aborrecimiento que tenía al estudio de la lengua griega

Capítulo XV

Oración del Santo a la Majestad divina

Capítulo XVI

Reprueba el método que comúnmente se observa en la enseñanza de la juventud

Capítulo XVII

Continúa reprendiendo el modo acostumbrado de ejercitar a los jóvenes en el estudio

Capítulo XVIII

Que los hombres ponen cuidado en guardar las leyes y preceptos de los gramáticos, y no lo ponen en observar los mandamientos de Dios

Capítulo XIX

Que algunos vicios de la puericia pasan también a otras edades del hombre

Capítulo XX

Da gracias a Dios San Agustín por los beneficios que le hizo en la puericia

Libro II

Llora amargamente el año decimosexto de su edad, en que, apartado de los estudios, estuvo en su casa y se dejó llevar de los halagos de la lascivia, y se entregó a una vida derramada y licenciosa

Capítulo I

De su adolescencia y vicios de aquella edad

Capítulo II

Cómo a los dieciséis años se entregó a amores impuros

Capítulo III

Del viaje que hizo a Cartago para continuar allí sus estudios y de los intentos de sus padres en orden a esto mismo

Capítulo IV

De un hurto que hizo en compañía de otros

Capítulo V

Que ninguno peca sin algún motivo

Capítulo VI

Que todas las cosas que nos incitan a pecar con apariencia de bien, solamente en Dios es donde son verdaderos y perfectos bienes

Capítulo VII

Da gracias a Dios porque le ha perdonado sus pecados y porque le ha preservado de otros muchos

Capítulo VIII

El gusto de obrar mal en compañía de otros fue lo que le movió a hacer aquel hurto

Capítulo IX

De lo perjudicial y contagiosa que es la mala compañía

Capítulo X

Que todo el bien está en Dios

Libro III

Confiesa cómo en Cartago se enredó en los lazos del amor impuro, que leyendo allí el Hortensio de Cicerón, al año 19 de su edad, se excitó al amor de la sabiduría, y cómo después cayó en el error de los maniqueos. Últimamente refiere el sueño que tuvo su santa madre y la esperanza y seguridad que le dio un obispo acerca de su conversión

Capítulo I

Cómo deseando agradar y ser amado, cayó en los lazos del amor

Capítulo II

De la afición que tenía a los espectáculos trágicos

Capítulo III

De lo mucho que le disgustaba la conducta de los estudiantes de Cartago

Capítulo IV

Cómo se encendió en amor a la filosofía, leyendo el tratado de Cicerón que se intitula Hortensio

Capítulo V

Le desagradaron las Sagradas Escrituras por parecerle que tenían un estilo humilde y llano

Capítulo VI

Del modo con que los maniqueos le engañaron

Capítulo VII

Cómo se dejó llevar de la doctrina de los maniqueos

Capítulo VIII

Explica contra los maniqueos qué pecados se deben detestar siempre

Capítulo IX

De la diferencia que hay entre los pecados; y de la que hay también entre el juicio de Dios y el de los hombres

Capítulo X

Desvaríos de los maniqueos acerca de los frutos de la tierra

Capítulo XI

Llanto y sueño de Santa Mónica acerca de la conversión de su hijo Agustín

Capítulo XII

Lo que un santo obispo respondió a Santa Mónica acerca de la conversión de su hijo

Libro IV

Recorre los nueve años de su vida, en que desde el año 19 hasta el 28 enseñó retórica y tuvo una manceba, y se dedicó a la astrología genetliaca. Después se duele del excesivo e inmoderado dolor que tuvo por la muerte de un amigo, y el mal uso que hacía de su excelente ingenio

Capítulo I

Del tiempo que empleó en engañar y pervertir a otros, y de los medios que usaba para ello

Capítulo II

De cómo enseñaba retórica; de la fidelidad que guardaba a una mala amistad que tenía; y cómo despreció los pronósticos de un agorero

Capítulo III

Cómo dejó el estudio de la astrología, a que se había dedicado por consejo de un anciano bien instruido en medicina y física

Capítulo IV

Refiere la enfermedad y bautismo de un amigo suyo a quien él había pervertido, cuya muerte sintió y lloró amargamente

Capítulo V

Por qué los afligidos e infelices tienen gusto en llorar

Capítulo VI

De lo mucho que sintió la muerte de su amigo

Capítulo VII

Cómo se salió de su patria por no poder aguantar este dolor

Capítulo VIII

Cómo el tiempo y el trato con los amigos le fueron curando su sentimiento

Capítulo IX

De la amistad humana, y que es dichoso el que en Dios y por Dios ama a sus amigos

Capítulo X

Cómo la bondad de todas las criaturas es muy limitada y transitoria, e incapaz de dar quietud y descanso a los deseos del alma

Capítulo XI

Que todas las cosas creadas son mudables, y sólo Dios es inmutable

Capítulo XII

Que no es malo el amar las criaturas, con tal que en ellas amemos a Dios

Capítulo XIII

De dónde nace el amor

Capítulo XIV

Cómo dedicó los libros De lo Hermoso y De lo Conveniente a Hierio, orador romano, y del motivo por que amaba a dicho Hierio

Capítulo XV

Por estar oscurecido su entendimiento con las ideas o imaginaciones corpóreas, no podía alcanzar a conocer las criaturas espirituales

Capítulo XVI

Cómo entendió por sí mismo las categorías o predicamentos de Aristóteles, y los libros de las artes liberales

Libro V

Habla del año 29 de su edad, en el cual, enseñando él retórica en Cartago y habiendo conocido la ignorancia de Fausto, que era obispo, el más célebre de los maniqueos, comenzó a desviarse de ellos. Después, en Roma fue castigado con una grave enfermedad: interrumpido por eso en la enseñanza de la retórica, pasó después a enseñarla a Milán, donde por la humanidad y sermones de San Ambrosio fue poco a poco formando menor concepto de la doctrina católica

Capítulo I

Excita a su espíritu para que alabe a Dios

Capítulo II

Que los pecadores no pueden huir de la presencia de Dios, y que debieran convertirse a Él

Capítulo III

De la llegada de Fausto, maniqueo, a Cartago: su carácter y talentos; y de la ceguedad de los filósofos, que no conocieron al Creador por medio de las criaturas

Capítulo IV

Que sólo el conocimiento de Dios hace bienaventurados

Capítulo V

El atrevimiento con que Fausto enseñaba lo que no sabía acerca de los astros le hacía indigno de que le creyesen acerca de otras materias

Capítulo VI

Que Fausto era naturalmente verboso, pero ignorante de las ciencias y artes liberales

Capítulo VII

Cómo se apartó de la secta de los maniqueos

Capítulo VIII

Cómo se partió a Roma contra la voluntad de su madre

Capítulo IX

Cómo enfermó en Roma con tan grave calentura, que le puso a peligro de la vida

Capítulo X

De los errores en que andaba antes de recibir la doctrina evangélica

Capítulo XI

Cómo trató y confirió sus dudas con los católicos

Capítulo XII

Del engaño que practicaban en Roma los discípulos con sus maestros

Capítulo XIII

Cómo fue enviado a Milán por catedrático de retórica, donde fue bien recibido de San Ambrosio

Capítulo XIV

Cómo oyendo a San Ambrosio fue poco a poco saliendo de sus errores

Libro VI

Cuenta lo que hizo en Milán en el año 30 de su edad, fluctuando en sus dudas todavía. Confiesa que San Ambrosio poco a poco le hizo ir conociendo que la verdad de la fe católica era probable. Mezcla también muchas cosas de Alipio y de sus buenas costumbres, y refiere el intento que él y su madre tenían de que tomase el estado del matrimonio

Capítulo I

Cómo Agustín ni era maniqueo ni católico

Capítulo II

De las viandas y ofrendas que acostumbraban llevar los fieles en África a los sepulcros de los santos mártires

Capítulo III

De las ocupaciones y estudios de San Ambrosio

Capítulo IV

Cómo oyendo predicar a San Ambrosio entendió la doctrina de la Iglesia, que antes no entendía

Capítulo V

De la autoridad de los Libros Sagrados, y cuán necesario es el uso de ellos

Capítulo VI

Del infeliz estado de los ambiciosos, al través del ejemplo de un pobre mendigo que estaba muy alegre

Capítulo VII

Cómo apartó a su amigo Alipio de la locura de los juegos circenses

Capítulo VIII

Cómo Alipio se aficionó a la loca diversión del juego de los gladiadores, que él mismo aborrecía antes

Capítulo IX

Cómo en una ocasión fue Alipio preso por sospecha de un hurto

Capítulo X

De la bondad y desinterés de Alipio, y llegada de Nebridio

Capítulo XI

Trata Agustín de ordenar su vida

Capítulo XII

Disputa de Agustín con Alipio acerca del matrimonio y del celibato o vida de solteros

Capítulo XIII

Hácense diligencias de que se case Agustín

Capítulo XIV

Determina Agustín instituir el método de vida común que él y sus amigos habían de observar

Capítulo XV

Toma Agustín otra amiga, en lugar de la primera, que se volvió al África

Capítulo XVI

Cómo nunca llegó a perder el miedo de la muerte y del juicio

Libro VII

Explica las ansias de su alma, que se fatigaba en la imaginación del mal; cómo llegó también a conocer que ninguna sustancia era mala; y que en los libros de los platónicos halló el conocimiento de la verdad incorpórea y del verbo divino, pero no halló su humildad y anonadamiento

Capítulo I

Cómo Agustín todavía imaginaba a Dios al modo de un ente corpóreo, que estaba difundido por todas partes y llenando unos espacios infinitos

Capítulo II

Argumento con que Nebridio impugnó a los maniqueos

Capítulo III

Que el libre albedrío es la causa del pecado

Capítulo IV

Cómo necesariamente Dios es invariable e incorruptible

Capítulo V

Vuelve otra vez a inquirir de dónde provenga el mal y cuál será su origen y raíz

Capítulo VI

Desecha Agustín por vanas y engañosas las adivinaciones de los astrólogos

Capítulo VII

De las graves penas que le causaba a Agustín el averiguar la causa y principio del mal

Capítulo VIII

Cómo la divina Misericordia socorrió entre estas ansias a Agustín

Capítulo IX

Cómo en los libros platónicos halló Agustín establecida la divinidad del Verbo eterno, pero no halló cosa alguna de lo perteneciente a su encarnación

Capítulo X

Cómo las verdades divinas se le iban ya descubriendo más claramente

Capítulo XI

Cómo las criaturas en cierto modo son y no son

Capítulo XII

Que todas las cosas que son o existen son buenas

Capítulo XIII

Cómo todas las criaturas dan alabanzas a Dios

Capítulo XIV

Que al hombre cuerdo ninguna cosa desagrada de cuantas Dios ha creado

Capítulo XV

Del modo con que se halla en las criaturas, ya la verdad, ya la falsedad

Capítulo XVI

Que todas las criaturas son buenas, aunque algunas no son convenientes y acomodadas a otras

Capítulo XVII

De las cosas que nos impiden el conocer a Dios

Capítulo XVIII

Que solamente Cristo Señor Nuestro es el camino que guía a la salud eterna

Capítulo XIX

De lo que sentía Agustín acerca de la Encarnación de Cristo Señor Nuestro

Capítulo XX

Cómo el haber manejado los libros platónicos le hizo a la verdad más instruido, pero también más soberbio

Capítulo XXI

De lo que halló en los Libros Sagrados, que no halló en los platónicos

Libro VIII

Desechados todos los errores; encendido con los consejos de Simpliciano, con los ejemplos de Victorino, de Antonio, de los dos magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran contienda y lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestado con una voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y 14), se convirtió todo a Dios, imitándole Alipio y alegrándose mucho su madre

Capítulo I

Determina Agustín ir a verse con Simpliciano, movido del deseo de disponer y arreglar mejor su vida

Capítulo II

De cómo Victorino, célebre orador romano, se convirtió a la fe de Jesucristo

Capítulo III

Cómo Dios y los santos ángeles se alegran mucho de la conversión de los pecadores

Capítulo IV

Por qué razón debemos alegrarnos más con la conversión de aquellos pecadores que son personas nobles y principales

Capítulo V

Qué cosas eran las que detenían a Agustín para no acabar de convertirse a Dios

Capítulo VI

Cuéntale Ponticiano la vida de San Antonio abad

Capítulo VII

Cómo interiormente se deshacía Agustín, al oír esta relación de Ponticiano

Capítulo VIII

Cómo Agustín se retiró a un huerto de su casa, y lo que en él le sucedió

Capítulo IX

En qué consiste que, mandando el alma en sí misma, no se hace algunas veces lo que manda

Capítulo X

Contra los maniqueos, que por experimentar en un sujeto a un tiempo mismo dos voluntades opuestas, inferían que había en el hombre dos naturalezas contrarias

Capítulo XI

Lucha que experimentaba Agustín entre el cuerpo y el espíritu

Capítulo XII

Cómo se convirtió de todo punto, amonestado de una voz del cielo

Libro IX

Vase Agustín con su madre y los demás compañeros a la quinta de Verecundo. Renuncia a la cátedra de retórica y se ocupa en escribir libros. Después, a su tiempo vuelve e Milán, donde con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde allí dispone volverse a África en compañía de su madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y su muerte, acaecida en el puerto de Ostia. Finalmente cuenta piadosa y elegantemente su sentimiento y llanto, como amante y buen hijo de tal madre

Capítulo I

Reconociendo Agustín su miseria, alaba la suma bondad de Dios

Capítulo II

Dilata Agustín renunciar la cátedra de retórica hasta que llegasen las vacaciones del tiempo de la vendimia

Capítulo III

Cómo Verecundo le cedió a Agustín una casa de campo en que viviese mientras llegaba el tiempo de recibir el Bautismo

Capítulo IV

De los libros que escribió, después de retirado con todos los suyos a la dicha heredad de Casiciaco; de las cartas a Nebridio; afectos que experimentaba leyendo los Salmos, y cómo sanó milagrosamente de un vehementísimo dolor de dientes

Capítulo V

Consulta con San Ambrosio sobre qué Libros Sagrados le sería más conveniente leer

Capítulo VI

Vuelve Agustín a Milán, y en compañía de Alipio y Adeodato recibe el sagrado Bautismo

Capítulo VII

Cómo en Milán comenzó la costumbre de cantarse himnos y salmos en la iglesia. Y cómo fueron hallados los cuerpos de los santos mártires Protasio y Gervasio

Capítulo VIII

De la conversión de Evodio; de la muerte de su santa madre, Mónica, y de la crianza y educación que tuvo desde sus primeros años

Capítulo IX

Continúa Agustín refiriendo las loables costumbres de su madre

Capítulo X

Coloquio de Agustín con su madre, acerca del reino de los cielos

Capítulo XI

Del éxtasis y muerte de su madre

Capítulo XII

De cómo lloró la muerte de su madre

Capítulo XIII

Ora Agustín a Dios por su difunta madre

Libro X

Muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria, cuya capacidad y virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medios legítimos. Después describe el estado presente de su alma y los males de las tres concupiscencias

Capítulo I

Que en sólo Dios halla un alma su esperanza y alegría

Capítulo II

Siendo claras y manifiestas respecto de Dios las cosas más ocultas, qué viene a ser lo que hace el hombre en confesarse a Dios

Capítulo III

Del fruto que sacaba de confesar a Dios el estado presente de su alma, a distinción de lo que antes había sido

Capítulo IV

Del grande fruto que esperaba hacer en los fieles con los libros de sus Confesiones

Capítulo V

Que el hombre no se conoce a sí mismo cabal y perfectamente

Capítulo VI

Qué cosa es la que se ama cuando se ama a Dios; y cómo por las criaturas se llega a conocer al Creador

Capítulo VII

Que ninguno puede hallar a Dios por medio de los sentidos corporales ni de las potencias puramente sensitivas

Capítulo VIII

De la admirable virtud y facultad de la memoria

Capítulo IX

Del lugar que tienen en la memoria las ciencias

Capítulo X

Las ciencias no entran en la memoria por ministerio de los sentidos, sino que salen de otro seno más profundo de ella

Capítulo XI

Qué cosa sea aprender, hablando de las verdades que hallamos en nosotros mismos

Capítulo XII

Del lugar que tienen en la memoria las ciencias matemáticas

Capítulo XIII

Cómo la memoria es tan reflexiva que con ella nos acordamos de habernos acordado

Capítulo XIV

Cómo también están en la memoria las afecciones o pasiones del ánimo

Capítulo XV

Cómo también nos acordamos de las cosas que están ausentes

Capítulo XVI

Cómo también la memoria se acuerda del olvido

Capítulo XVII

Que no obstante ser tan grande la capacidad y virtud de la memoria, es necesario, para hallar a Dios, subir más arriba de esta potencia

Capítulo XVIII

Cómo no pudiera hallarse una cosa perdida si no se conservara en la memoria

Capítulo XIX

Cómo vuelve a acordarse la memoria de lo que había perdido ella misma

Capítulo XX

Para desear la bienaventuranza, como todos los hombres la desean, es necesario que la conozcan

Capítulo XXI

Del modo en que la bienaventuranza está en nuestra memoria

Capítulo XXII

En qué consista la vida bienaventurada, y dónde se ha de buscar

Capítulo XXIII

Prosigue explicando qué cosa sea la vida bienaventurada, y dónde se halla

Capítulo XXIV

Se alegra Agustín de haber hallado a Dios dentro de su memoria

Capítulo XXV

En qué grado de la memoria se halla a Dios

Capítulo XXVI

Dónde se halla a Dios

Capítulo XXVII

Cómo la hermosura de Dios arrebata hacia sí al hombre

Capítulo XXVIII

De las miserias de esta vida

Capítulo XXIX

Que toda nuestra esperanza ha de ponerse en Dios

Capítulo XXX

Confiesa Agustín el estado en que se hallaba en orden a las tentaciones libidinosas

Capítulo XXXI

Del estado en que se hallaba en orden a las tentaciones de la gula

Capítulo XXXII

Del estado en que se hallaba en orden a las tentaciones de los olores y fragancias tocantes al olfato

Capítulo XXXIII

Del estado en que se hallaba en orden a los deleites tocantes al oído

Capítulo XXXIV

De cómo se hallaba en cuanto a los deleites de la vista

Capítulo XXXV

De cómo se hallaba en orden al segundo género de tentación, que es el de la curiosidad

Capítulo XXXVI

De cómo se hallaba en orden al tercer género de tentación, que es el de la soberbia

Capítulo XXXVII

De cómo le movían las alabanzas de los hombres

Capítulo XXXVIII

Cómo la virtud tiene también peligro por la vanagloria

Capítulo XXXIX

Epílogo de lo que ha tratado en este libro

Capítulo XL

Cómo buscó a Dios dentro de sí mismo y en todas las demás cosas

Capítulo XLI

Cómo algunos han recurrido infelizmente a los demonios, para que sirvieran de medianeros a fin de convertirse los hombres a Dios

Capítulo XLII

Carácter del verdadero mediador entre Dios y los hombres


Confesiones
San Agustín ; traducidas según la edición latina de la congregación de San Mauro, por el R. P. Fr. Eugenio Ceballos
Marco legal

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